Qué suerte que mi trabajo no define quien soy.
Sería tan triste que así fuera.
El desafío que me planteo cuando me levanto, de llevar a
cabo mi día con disposición, tabulando cada espacio para que todo rinda de la
mejor manera posible, cae a pedazos cuando llego a mi cubículo.
Siempre me digo “me tiene que chupar un huevo” como un
mantra para ver si por ósmosis eso resultara pero la mayoría de las veces queda
en eso.
He desarrollado, sin embargo, una serie de estrategias para
poder soportar el sopor de las tareas monótonas, incluso he entablado
relaciones laborales con personas sanas y eso ayuda y mucho.
El punto es que cuando el tiempo personal encima es limitado
para ser una misma por las tareas domésticas, la maternidad y la familia. Eso
complica un poco más pero no me rindo, sigo persiguiendo un sueño, que a esta
altura quizás está más cerca de ser una utopía: ser profesionalmente desafiada.
¿Sabés qué? No me importa si no me ves como una persona con
potencial, tampoco si me elegís o no en tu dream
team porque yo si se quién soy, aunque a cada rato trates de dinamitar mi
capacidad de pensar, de hacer, de
realizarme.
Trabajo, obligaciones, listas interminables de tareas, juego
a ser wonderwomen y pierdo en el
intento, cuando no perjudico mi relación de pareja, pero bien de romántica
soñadora, me acuesto y me digo a mi misma, todo va a ser mejor mañana.
Mañana llega y sigue todo igual, jugando al tetris con la
vida, coordinar mil cosas, administrar una casa, la vida, hacer la tarea con mis hijos, cocinar para favorecer la
economía doméstica, estar presente, dar calidad, verse bien porque también necesitas
parecerlo (padecerlo también), BASATAAAAAA!!!
¿Quién inventó este modelo de vida? Yo no lo sé pero me
niego a ser rehén de él.
Soy mujer, madre, profesional, gimnasta, sensible, corajuda,
arisca como un aloe pero si me rascan tengo jugo sanador. Saco las púas como erizo para defender de la gente mala leche. Ácida, malhumorada cuando estoy cansada (casi
siempre), generosa, a veces tengo momentos de brillantez, sin ser brillante. Reconozco
la bondad en los otros, me cuesta ver mis virtudes. Soy exigente conmigo y con
mis allegados, tana, peleadora, romántica, estraucturada para millón de cosas, confianzuda,
todo eso y mucho más.
¿Quién te crees para cagarme la vida?
Nunca me dieron una oportunidad laboral, no por eso me desmoroné. Pero no te equivoques,eso no me hace valer menos que vos.