lunes, 25 de enero de 2016

Qué suerte que mi trabajo no define quien soy.

Qué suerte que mi trabajo no define quien soy.

Sería tan triste que así fuera.

El desafío que me planteo cuando me levanto, de llevar a cabo mi día con disposición, tabulando cada espacio para que todo rinda de la mejor manera posible, cae a pedazos cuando llego a mi cubículo.

Siempre me digo “me tiene que chupar un huevo” como un mantra para ver si por ósmosis eso resultara pero la mayoría de las veces queda en eso.

He desarrollado, sin embargo, una serie de estrategias para poder soportar el sopor de las tareas monótonas, incluso he entablado relaciones laborales con personas sanas y eso ayuda y mucho.

El punto es que cuando el tiempo personal encima es limitado para ser una misma por las tareas domésticas, la maternidad y la familia. Eso complica un poco más pero no me rindo, sigo persiguiendo un sueño, que a esta altura quizás está más cerca de ser una utopía: ser profesionalmente desafiada.

¿Sabés qué? No me importa si no me ves como una persona con potencial, tampoco si me elegís o no en tu dream team porque yo si se quién soy, aunque a cada rato trates de dinamitar mi capacidad de pensar,  de hacer, de realizarme.

Trabajo, obligaciones, listas interminables de tareas, juego a ser wonderwomen y pierdo en el intento, cuando no perjudico mi relación de pareja, pero bien de romántica soñadora, me acuesto y me digo a mi misma, todo va a ser mejor mañana.

Mañana llega y sigue todo igual, jugando al tetris con la vida, coordinar mil cosas, administrar una casa, la vida, hacer la tarea con mis hijos, cocinar para favorecer la economía doméstica, estar presente, dar calidad, verse bien porque también necesitas parecerlo (padecerlo también), BASATAAAAAA!!!

¿Quién inventó este modelo de vida? Yo no lo sé pero me niego a ser rehén de él.
Soy mujer, madre, profesional, gimnasta, sensible, corajuda, arisca como un aloe pero si me rascan tengo jugo sanador. Saco las púas como erizo para defender de la gente mala leche. Ácida, malhumorada cuando estoy cansada (casi siempre), generosa, a veces tengo momentos de brillantez, sin ser brillante. Reconozco la bondad en los otros, me cuesta ver mis virtudes. Soy exigente conmigo y con mis allegados, tana, peleadora, romántica, estraucturada para millón de cosas, confianzuda, todo eso y mucho más.


¿Quién te crees para cagarme la vida? 

Nunca me dieron una oportunidad laboral, no por eso me desmoroné. Pero no te equivoques,eso no me hace valer menos que vos.